Llevo un rato meditando acerca si debía o no publicar esta entrada. He analizado los pros y los contras y finalmente, como podéis ver, han ganado los pros.

El contra era, que podía parecer una anécdota-fanfarronada, pero es que mirándolo bien, de pedantería nada, porque ha sido un hecho penoso…

El pro era, que algo tan sumamente bochornoso había que sacarlo fuera, porque o te ríes de ti mismo y de paso los demás contigo, o estas cosas acaban tomando el cariz de trauma-tabú incurable de los que te tienen que sacar con hipnosis y entonces acaba siendo mucho más denigrante…

La cosa, es que como algunos sabéis, he estado por tierras murcianas en viaje de trabajo. Como mi empresa es muy esplendida, y la crisis las deja “pa otros”, pues ha tenido el detalle de alojarme en un hotel de cuatro estrellas, de estos tipo clientela bussines y que se palpa a cada rincón del ambiente.

Lo cierto es que entusiasmada con la idea de acabar mi día de trabajo (que fue duro, eh?) en las paredes del hotel de mencionada categoría, abrí la puerta de mi habitación con inusitada alegría.

Os pondría fotos, pero entre las mil cosas que llevé, no incluí el cable de conexión porque la cabeza solo me da para saber darle al botón de “power”, y subir fotos de una habitación de hotel sí es fanfarronería. Solo os diré que mi primer pensamiento fue una chonireflexión del tipo: “joder, cabe mi puto piso de alquiler en esta habitación, de hecho cabe mi puto piso encima del escritorio de esta habitación” (Fuente: Los Americanos – Goyo Jiménez) .

Ha sido tan genial… tan grande… tan superlativo… tan… ¿y ahora que hago?

De golpe fue cuando pensé con lástima en esos pobres empresarios, que ganan millonadas, tienen eso cada día… y que estarían ahí, como yo… solos en una ciudad, en la inmensidad de una habitación que te hace sentirte aún más vacío.

Y me dije lo que seguramente todos ellos hacen cuando se sienten como yo me sentí en ese momento: a la bañera!!!

Entonces descubrí que las chonis de clase media-baja no podemos estar en hoteles asi… primero porque no estamos acondicionadas al medio. Vease ejemplo:

Me pongo la bañera con agua calentita que daba gusto, meto un pie y digo uffff, que bien que voy a estar ahí tumbada… Me llevo la grata sorpresa de caber entera de lado a lado hasta poder estirarme con el agua hasta casi la nariz. Y a la vez que mi cuerpo se habituaba a la temperatura, siento como a la misma velocidad una presión ya conocida, desciende desde mi cabeza hasta los pies dejándome apenas sin aire y completamente mareada…

Me estaba dando una bajada de tensión de 100 a 0 en 0,03 segundos…, me incorporó apresuradamente, incrementando el mareo de forma proporcional y buscando la toalla al suelo mientras evito no resbalarme y añadir una rotura de cadera a la escena que pasa por mi cabeza en 2 segundos de toda mi vida acabando en el suelo del hotel y del personal del mismo hallándome desnuda con la cabeza abierta, los morros sangrando y la cadera contorsionada.

Consigo salir sin violencia y tranquilizarme un poco mientras me abanico y dejo el agua enfriarse un poco antes de volver a intentarlo. Paseo con la mirada por el baño y paso a la segunda fase de porque la gente como yo no podemos ir a estos hoteles: en la encimera veo la bandejita maravillosa en la que dejan todos los obsequios de higiene personal que ofrecen en estos servicios: el tubito de gel y el de champú con colores armoniosos en su conjunto, el gorrito para la cabeza, la esponja, los jaboncitos, el set de afeitado, los cepillitos de dientes de viaje con la minipasta de dientes y el peine.

En lo que me he regodeado mirándolos me vuelvo a meter en la bañera con el agua con una temperatura más acorde, vacio medio tubito de champú y gel para hacer algo de espuma, sacudo con rapidez las manos para que vaya subiendo y procedo a una nueva inmersión. Dejo apoyar mi cabeza en el respaldo y completamente relajada pienso en esos “pobres ejecutivos” en los que pensé al principio, que tienen esto cada semana…….. dios mio, que hay que estudiar para tener esto cuando quiera!!!!!!!

Vuelve a darme un subidón, pero esta vez de energía, de aprovechar el momento, y como si no hubiera mañana, cojo el gorro de ducha y me lo pongo, termino de vaciar lo que queda de los geles, hasta uso el set de afeitado para las piernas, me desenredo el pelo que sobresale del gorro con esa cosa de plástico… y no me lavo los dientes en la bañera por la poca decencia que me queda. Bueno, por eso y porque para enjuagarme iba a ser un número de circo.

Para que el momento sea perfecto solo me falta un cigarrito, tengo el paquete apoyado en la banqueta a unos 50 cm de la bañera, me incorporo un poco y entonces…..

Entonces aparece la cruda realidad, se apaga la música alegre que suena en mi cabeza y me veo al frente un espejo… medio de pie, con la espuma a cachos, con una pierna afeitada y la otra no, el gorro de plástico ridículo transparente, el peine en una mano y la otra estirada hacia el tabaco… y sí, eso soy yo en un “viaje de trabajo”…

Siento que si hubiera una camarita escondida en esa habitación, ese habría sido sin duda el momento más vergonzoso de mi vida desde que me considero en la “vida adulta”, y completamente roja y esta vez sin que la tensión tenga nada ver, salgo de la bañera a toda prisa, quitándome cada elemento incitador de mi humillación, tapándome con la toalla y con ganas de meterme en la cama cubriéndome con la sabana hasta la cabeza.

Había que soltarlo, que fluya y desaparezca.

Y a partir de ahora, hostales de 25€ la noche, que en esos si te dejan toalla ya tienes que dar las gracias!