A mis pies cansados de caminar les regalo unas plantillas

A mis suelas desgastadas, tapas y filis nuevos
A mi vista perdida, unos anteojos bifocales
A mi corazón apesadumbrado, una canción por bandera

Para tus labios agrietados, cacao de frambuesa
Para tus dedos entumecidos, guantes de colores
Para tu discurso descreído, un micrófono entregado
Para tu puerta cerrada, un picaporte de bronce

Pero no confundas las lágrimas ajadas
Nuestros caminos continuarán equidistantes
No inventaré un cruce perpendicular para ti
Los atajos entre riscos quedaron agotados

Ya no anhelo en lo que te has transformado
No quiero un paradigma de la resignación
Ahora déjame que te dé yo los preceptos
Para reintegrarnos en lo que fuimos los dos

Partamos con puñados de sal
Que sellen diligentes las heridas
Finiquitemos hoy el desaliento
Que el luto no es benévolo con el amor








Su pelo olía a Mandarina
Y el de él era limón
Se prometieron el agua eterna
Bajo un cerezo en flor

Ella le pidió un verano
limón le trajo el sol
Y volvió la primavera
A anidar en su corazón

Su casa exhaló flores blancas
En su boca apareció el marfil
Eran la envidia de la frutería
Que nunca vio un jardín así

En un retazo de sus gajos
Lloraron de felicidad
La brisa era eterna
Nada los podía separar

Al atisbo del otoño
Se quisieron refugiar
Soplaron vientos huracanados
Que los consiguieron alcanzar

Mandarina se fue alejando
Al verse sola en el cajón
Había perdido su aroma
Y el alma de su amor

El invierno llegó por sorpresa
Limón la promesa perdió
Sin el agua ahogó su vida
Y como fruta se pudrió





Hace días que veo en mis amigos frases de esas que dejas en los nicks para que suenen bien : “toda vida es un proceso de demolición” o que usas de títulos en los blogs : “escombro”

Me hace gracia gente tan diferente coincidiendo en una conexión paralela, sin saberlo, con la identificación de una metáfora.

Muchas veces me he sentido escombro, cuando llegas al punto de tocar fondo. Entonces recuerdo otra fase que se dice mucho “Cuando tocas fondo, lo bueno es que ya solo puedes ir hacia arriba”


Es en ese punto cuando me he dado cuenta que la metáfora cobra vida y alcanza más poder del que en un principio le damos, porque entonces no caemos, pero el Escombro es budista.

Los ojos ven el destrozo de esa demolición, los cascotes agrupados y olvidados, como los restos de lo que nadie quiere y quedan inertes y repudiados en un rincón, es en ese momento cuando sentimos ser escombro.


Pero el escombro no es si no los restos de la vida de lo que fue un hogar, una casa, una oficina o un psiquiátrico. Obreros anónimos los agrupan y retiran para ser llevados a otro lugar, de la misma forma que cuando te sientes ese material desechado, alguien viene a sacarte de tu pozo en contra de tu voluntad.




Los restos son llevados en los camiones hasta los vertederos donde juntarlos con otros residuos de materia viva, pulirlos y convertirlos en un polvo en el que de nuevo serán un saco de arena, grava, un ladrillo, una bovedilla... A fin de cuentas una nueva vida, una reencarnación, una nueva casa, oficina, psiquiátrico...

Hoy me siento escombro, pero porque ahora sé que mañana podré ser lo que yo quiera.