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Estoy triste



Sin metáforas, símbolos, ni alegorías
Sin eufemismos, indirectas ni insinuaciones
Sin barrocos, adornos, ni ornamentos
Sin vestimentas, galas, ni funciones
Sin solemnidades, etiquetas, ni protocolos
Sin espejos, reflejos, ni lagos
Sin modelos, prototipos, ni arquetipos
Sin mitologías, fábulas, ni leyendas
Sin lágrimas, suspiros, ni lamentos
Sin quejas, ruegos, ni preguntas
Sin incógnitas, enigmas, ni paradigmas
Sin argumentos, razonamientos, ni consecuencias
Sin deducciones, resultados, ni conclusiones
Sin silogismos, sinónimos ni antónimos

Sin flechas, puertas, ni miembros
Sin literatura, poesía, ni retórica


Así, sin más



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A veces me desorientas.


Me haces sentir flecha directa a tu alma, atravesando tus huesos e instalándome en lo más profundo de tu ser para habitar siempre en ti y recrearme en tu interior. Pero otras veces me haces chocar contra el muro de tu mirada vidriosa e inexpresiva y siento que rompes mi cuerpo de flecha con una granada de mano saltando por los aires desde dentro.


Soy una gata a la que tiras al vacío de un abismo, sin importarte la altura desde la que caigo. Dejas que mis órganos revienten sin sentir pena alguna para de repente recogerme con ternura y curar mis heridas con la sal de las rocas por las que me rajé.



“ Lo que te enfermo, te sana y da salud” dijo el ciego a Lázaro



Y así seguiremos, convirtiendo nuestra existencia en un vodevil de puertas paralelas por las que nos gusta cruzar en perpendicular, para coincidir solo en un nexo, para acercarnos cuando partimos en destinos confrontados.



Tiendo mis manos hacia ti, porque se que te gusta ver mi yo más rebelde esforzándose por llegarte, extiendes las tuyas para recogerme. Tocando la punta de nuestros dedos, sintiendo que ya estamos ahí, las vuelves a apartar.


 

Y aun así… te sigo siguiendo