Hace días que veo en mis amigos frases de esas que dejas en los nicks para que suenen bien : “toda vida es un proceso de demolición” o que usas de títulos en los blogs : “escombro”

Me hace gracia gente tan diferente coincidiendo en una conexión paralela, sin saberlo, con la identificación de una metáfora.

Muchas veces me he sentido escombro, cuando llegas al punto de tocar fondo. Entonces recuerdo otra fase que se dice mucho “Cuando tocas fondo, lo bueno es que ya solo puedes ir hacia arriba”


Es en ese punto cuando me he dado cuenta que la metáfora cobra vida y alcanza más poder del que en un principio le damos, porque entonces no caemos, pero el Escombro es budista.

Los ojos ven el destrozo de esa demolición, los cascotes agrupados y olvidados, como los restos de lo que nadie quiere y quedan inertes y repudiados en un rincón, es en ese momento cuando sentimos ser escombro.


Pero el escombro no es si no los restos de la vida de lo que fue un hogar, una casa, una oficina o un psiquiátrico. Obreros anónimos los agrupan y retiran para ser llevados a otro lugar, de la misma forma que cuando te sientes ese material desechado, alguien viene a sacarte de tu pozo en contra de tu voluntad.




Los restos son llevados en los camiones hasta los vertederos donde juntarlos con otros residuos de materia viva, pulirlos y convertirlos en un polvo en el que de nuevo serán un saco de arena, grava, un ladrillo, una bovedilla... A fin de cuentas una nueva vida, una reencarnación, una nueva casa, oficina, psiquiátrico...

Hoy me siento escombro, pero porque ahora sé que mañana podré ser lo que yo quiera.


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