He perdido la cuenta de cuantos miembros me he dejado por el camino. La última mitad de mi se la ha llevó a alguna parte la tormenta, tampoco se muy bien donde, no opuse mucha resistencia cuando la arrastró ni noté dolor al arrancarse de mi.

Debería ser más cuidadosa con dejarme pedazos de mi yo invisible por el camino. Mi ventrículo izquierdo empieza a molestarse de tener que volver a fijar la tercera aorta del último lustro.
Mi brazo me ha dado un ultimátum por la sexta mano novata con la que tiene que aprender a coordinarse. Al final se acaban acostumbrando y solo tengo que hacer un poco de oídos sordos a sus lamentos.

Lo que no me gustan son estos pies nuevos. Cada vez que renuevo la piel me viene con las cualidades cargadas, repletas de energía para empezar con más fuerza… y con la de cosas que vienen instaladas en mi última versión del hemisferio izquierdo me preocupa lo atolondrados que vienen estos pies con los que saltar al vacío.

¿Me habrán venido de segunda mano? Serán cosas del pais…

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